LA PÉRDIDA DE UNA MASCOTA
“Laurent, mejor conocido como Lugó, fue un perro excepcional, su raza es así, un pastor belga mallinois con el temperamento más asombroso. Fiel guardián, feroz y mortal al defender a su manada, un pequeño cachorro juguetón y amoroso con los miembros de su familia. Algunas veces, cuando lo llevábamos a nadar, nos asustaba porque al otro día no lo encontrábamos, buscábamos por todo el jardín y al final lo veíamos acostado, sin ganas de moverse, agotado de tanto nadar y clavarse en la alberca, incluso llegó a despertarnos el sonido del golpeteo del agua durante la noche porque no paraba, realmente lo disfrutaba.
Jugaba con mis hijos, los cuidaba, pero lo más increíble era su obediencia, nos quería a todos, pero tenía un solo amo: mi esposo. Jamás contradecía una orden de él, es decir, si alguno de nosotros le daba una orden contraria, sencillamente la ignoraba. La voz y las instrucciones de mi esposo eran sagradas para él.
Convivió 13 años con nosotros y a pesar de que ya era viejo, siempre fue como un cachorrito juguetón. Un día, Laurent enfermó, empezamos a notar ciertos bultos en su lomo, empezaron a crecer y el veterinario nos dio la peor noticia, era cáncer, así que empezamos a despedirnos. Lo tratamos con más cariño aún, llegó un momento en que ya no quería comer más que pollo rostizado, sin huesos claro, ya no se levantaba, ya no veía casi nada, recuerdo que quise darle un último gusto y lo llevé a mi tina, sabía que no podría nadar pero al menos disfrutaría del agua y así ocurrió. Saliendo de su bañito de agua tibia mi hijo mayor lo cobijó y durmió con él, escuchando música clásica y de los Beatles, pensábamos que ya no amanecería, sin embargo, al día siguiente se levantó, empezó a caminar aunque con dificultad, incluso empezó a ladrar a los desconocidos que se acercaban a la casa. Duró 2 meses más, cayendo y levantándose con dosis de cariño. Finalmente, su tumor hizo mella, su salud empezó a deteriorarse más y más, casi no podía respirar, hablé con él y le dije que era momento de partir pero recordé que jamás obedeció una orden que no viniera de mi esposo, así que le pedí que hablara con Laurent y le dijera que ya era hora. Así lo hizo, muy temprano, antes de irse a trabajar se le acercó, le agradeció y le dijo que su labor aquí había terminado, que podía partir.
A la una de la tarde, fui a revisarlo, volteó a verme y entendí que me pedía que ya no me apartara de su lado, así que lo tomé entre mis brazos, lo acaricié y le dije “sé que te estás yendo, no te detengas, aquí estoy para acompañarte”, Laurent volteó hacia una ventana como si hubiera visto una luz, a pesar de estar casi ciego, volteó de nuevo hacia mí y dejó de respirar.”
Este es el relato de la vida de una mascota que fue muy querida por su familia, la pérdida para ellos ha sido irreparable, tienen otras mascotas, todas adoptadas, todas con características y temperamentos diferentes, igual de amadas, pero ¿Cómo lidiaron con la muerte de Laurent?
Afortunadamente tuvieron la oportunidad de sepultarlo en el sitio que siempre cuidó, y con una pequeña ceremonia, despidieron a su amigo de tantos años. La posibilidad de despedirse, decir lo importante que fue su existencia y lo mucho que se le quiso, es pieza clave para ir aliviando el dolor producido por la pérdida.
En algunas ocasiones, esa despedida no es posible debido a que la pérdida ocurre de manera súbita, como cuando es provocada por algún accidente, la mascota se pierde o es robada. Estas son situaciones inesperadas que dejan a los dueños en estado de shock, de manera que es importante que se produzca, en primera instancia, la asimilación. Hay casos en que es necesario acudir con un profesional, psicólogo o tanatólogo. Podría parecer exagerado, pero en realidad las mascotas llegan a formar una parte muy importante dentro de las familias y su partida conduce a un duelo que debe ser atendido.
Algunas de las sugerencias brindadas por veterinarios expertos son:
– Despedirse de la mascota y decirle cuanto se le quiso.
– Adoptar una nueva mascota, que si bien no reemplazará a la anterior, traerá alegría al núcleo familiar, ayudando a superar el dolor.
– Llorar ayuda a depurar la tristeza.
– Entender que la vida tiene un ciclo, y que en el caso de las mascotas, casi siempre es más corto que la de su dueño.
– Deshacerse de los accesorios utilizados por la mascota poco a poco.
– Recordar los momentos agradables que vivieron juntos, crear un álbum de fotografías puede ayudar.
Aunado al proceso de duelo, ocurre con frecuencia que al momento del fallecimiento de una mascota, su familia enfrenta la situación de no saber qué hacer con ella. En México se tenía por costumbre enterrarlos en el jardín, si la casa contaba con uno, pero en el peor de los casos los cuerpos eran desechados en la basura, en un camellón, lote baldío o canal de aguas negras, lo que contribuía a la creación de focos de infección, aparición y crecimiento desmedido de plagas nocivas y en general, provocaba un alarmante incremento en la contaminación ambiental que ponía en riesgo la salud del ser humano y aunque algunas de estas prácticas aún se llevan a cabo, hoy en día existen alternativas mucho más amigables con el medio ambiente, que además proporcionan la oportunidad de despedirse de la mascota de una manera digna, guiando a las familias en el proceso de duelo.
Actualmente existen empresas que brindan servicios funerarios para mascotas, tal como el de incineración, conservación de cenizas y la oportunidad de despedirse de la mascota, incluso algunas empresas ofrecen ayuda tanatológica durante el proceso de duelo. inhumación de las cenizas en un cementerio destinado exclusivamente para ese fin, etc. El familiar de la mascota puede solicitar dichos servicios que pueden incluir: recolección, incineración con o sin recuperación de cenizas y la certeza de que es, efectivamente su mascota, la que se le está entregando. Algunos, incluso proporcionan un certificado de cremación y la posibilidad de conservar un recuerdo imborrable de su amado compañero.
Hablando concretamente de las mascotas, es necesario tener en cuenta que las probabilidades de que sus humanos las vean partir son muy altas. De manera que debe considerarse la necesidad de contar con un plan para darle un destino final al momento de partir. Esto evitará la desagradable situación de no saber qué hacer con él.
Existen diversas opciones entre las que se puede elegir la más conveniente de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada familia.
Dichas opciones van desde enterrar a ese querido amigo en el jardín de la casa, hasta utilizar los servicios profesionales de una funeraria para mascotas.
Una vez que se ha optado por utilizar los servicios funerarios, convendría investigar a cerca de la empresa que los realizará, ya sea que ésta se lleve a cabo a través de un veterinario o de manera directa. Estar seguros de cuáles son y que incluyen dichos servicios, los costos y la garantía que otorgan de que la mascota tendrá verdaderamente el final que se ha decidido para ella.
Desafortunadamente, como en todos lados, existe gente poco profesional que dispone del cadáver de una forma indebida. O bien son sometidos al proceso de incineración pero de manera comunitaria y las cenizas que se entregan no son precisamente las de nuestro fiel compañero; todo esto sin la autorización explícita de los dueños.
Otro aspecto a tomar en cuenta es la seriedad de la empresa que se hará cargo de la incineración o inhumación de la mascota. Si está debidamente establecida, si sus instalaciones son adecuadas para llevar a cabo tal actividad, si cumple con las normas ambientales y ecológicas que eviten la contaminación ambiental, si permiten al dueño, observar que en verdad es su mascota la que se está incinerando, si entregan una constancia de cremación o inhumación, si cuentan con el servicio de recolección, etc. Todo esto con la finalidad de obtener el servicio y el trato que nuestra mascota merece al término de su vida.
Esta última experiencia con tu mascota no debe ser desagradable, si se elige la opción correcta, puede convertirse en uno de los recuerdos más bellos que tengas con ella.
Por Pet Puente a la Eternidad